"Reflexión y Oración: 17 de Febrero - Lecciones para Nuestra Vida Cristiana"



En este hermoso día 17 de febrero, lo iniciamos con la lectura de la Biblia, en las citas correspondientes para el plan de lectura anual: en el Antiguo Testamento, Levítico 26-27; y en el Nuevo Testamento, Mateo 28.

Al leer la Biblia constantemente, se entiende mejor la voluntad de Dios, Su carácter y Sus promesas. Como dice el Salmo 119:105:

"Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino."

Esto significa que la Biblia es nuestra guía en la vida, ayudándonos a tomar decisiones con sabiduría y fortaleciendo la fe. Además, al leerla durante todo el año, adquirimos una visión completa de la historia de la redención y de cómo todo en la Escritura apunta a Jesús.

Leer la Biblia diariamente es alimento para el alma. Antes de iniciar la lectura, oremos, y si en nuestro corazón hay odio o resentimiento, pidamos perdón y sanación. También, si tenemos conflicto con alguna persona, ya sea familiar o no, oremos pidiendo solución para el problema.

Oración:

Padre Celestial,

En este momento vengo ante Ti con un corazón humilde, reconociendo que necesito Tu ayuda. Te ruego que sanes mi corazón de todo rencor, dolor o resentimiento. Ayúdame a perdonar como Tú me has perdonado, para que nada afecte mi relación Contigo ni mis oraciones. Limpia mi alma, lléname de Tu paz y amor, y enséñame a soltar lo que no puedo cambiar. Dame la fortaleza para seguir adelante con un corazón libre y en paz.

También pongo en Tus manos esta situación tan difícil. Tú conoces la verdad y la justicia mejor que cualquiera. Dame sabiduría para actuar correctamente y para tomar decisiones guiadas por Ti. Si hay una manera de resolver este problema sin conflicto, muéstramela. Si debo proceder legalmente, dame paz en mi corazón para hacerlo sin rencor ni deseos de venganza.

Señor, que podamos encontrar una solución que traiga paz en lugar de más dolor. Que en todo esto, Tu voluntad sea la que se cumpla.

Te lo pido en el nombre de Jesús,
Amén.


Levítico 26

Es un capítulo clave donde Dios establece claramente las bendiciones por la obediencia y las consecuencias de la desobediencia para el pueblo de Israel.

Bendiciones por la obediencia (vs. 1-13):
Dios promete prosperidad, paz y protección si el pueblo guarda Sus mandamientos. La tierra dará fruto, habrá seguridad y Dios morará entre ellos. Esto se refiere a vivir bajo la bendición de Dios, donde hay equilibrio y satisfacción en todos los aspectos de la vida: espiritual, emocional, material y relacional. La prosperidad no significa riqueza en exceso, sino tener suficiente para cumplir con el propósito que Dios tiene para tu vida, junto con paz, gozo y bienestar. Él nos da la fuerza, el respaldo y las victorias que no podemos alcanzar por nuestras propias fuerzas. La protección y éxito en las batallas que enfrentamos en la vida, sin importar lo grandes o difíciles que sean. Dios nos da la victoria y con Él, somos más que vencedores.

Promesa de prosperidad:
Dios no solo provee suficiente para las necesidades diarias, sino también para que haya exceso, lo que refleja renovación y bendición continua. Así como Dios trae nuevas bendiciones, también invita a dejar atrás lo que ya no es útil para abrir espacio a lo nuevo que Él tiene preparado para nosotros. Con la obediencia y la bendición de Dios, nuestras vidas no solo se mantienen, sino que prosperan y se renuevan constantemente.

Castigos por la desobediencia (vs. 14-39):
Si el pueblo desobedece, enfrentará enfermedades, derrota ante sus enemigos, hambre y exilio. Dios menciona cinco niveles de disciplina progresiva, mostrando Su paciencia antes de aplicar juicios más severos.

Promesa de restauración (vs. 40-46):
A pesar del castigo, si el pueblo se arrepiente, Dios recordará Su pacto y restaurará a los suyos. Estos niveles progresivos muestran que Dios es paciente y gradual en Su disciplina. Él da múltiples oportunidades para el arrepentimiento antes de aplicar el castigo más severo. El pecado tiene consecuencias, y es necesario arrepentirse antes de que la disciplina sea irreversible.

Dios también promete restaurar a Israel si se arrepiente sinceramente, demostrando que Su misericordia siempre está presente, incluso después de los castigos más severos. Nos enseña que Dios es justo y fiel a Su palabra. La obediencia trae bendición, pero la desobediencia tiene consecuencias. Sin embargo, Dios siempre deja abierta la puerta del arrepentimiento para restaurar a quienes vuelven a Él con un corazón sincero. Es un recordatorio poderoso de que vivir conforme a la voluntad de Dios trae paz y bendición, mientras que apartarse de Él solo trae sufrimiento.


Conclusión de Levítico 27: Enfoque Actual

Levítico 27 aborda temas de consagración y voto, mostrando la seriedad con la que los israelitas debían tratar lo que era dedicado a Dios. Este capítulo establece principios acerca de cómo hacer votos hacia Dios en cuanto a personas, bienes, animales y tierras, y las reglas para redimirlos si era necesario. Aquí se destaca la importancia de la dedicación, la responsabilidad y la reverencia hacia lo que es consagrado a Dios.

Levítico 27 para la actualidad:
La dedicación y la consagración son serias: Levítico 27 enfatiza la seriedad con la que las personas debían comprometer lo que tenían a Dios. En el contexto actual, esto puede aplicarse a la forma en que dedicamos nuestras vidas, tiempo, recursos y talentos a Dios. Así como los israelitas no debían tomar a la ligera el consagrar algo a Dios, nosotros también estamos llamados a ser fieles en nuestra dedicación y en la forma en que usamos lo que Dios nos ha dado. El capítulo muestra cómo había un valor asociado con la redención de lo consagrado. En nuestra vida cristiana, esto puede reflejar cómo nuestras promesas y compromisos hacia Dios, como padres, discípulos o miembros de la iglesia, tienen un costo y una responsabilidad. Nos llama a ser conscientes de lo que prometemos a Dios y a cumplir nuestras promesas de la mejor manera posible.

Aunque Levítico 27 habla de las reglas específicas para redimir lo consagrado, en la actualidad, vivimos bajo la gracia de Dios, que nos permite restaurarnos cuando fallamos. Por ejemplo, si cometemos errores en el camino (como los padres que prometen educar a sus hijos en la fe pero luego no lo logran completamente), podemos orar y pedir perdón, confiando en que Dios tiene el poder de restaurar lo que ha sido dañado y redimir nuestras vidas. En un contexto moderno, este capítulo también puede hablar de la importancia de la educación cristiana. Como padres y miembros de la iglesia, somos llamados a enseñar y formar a las nuevas generaciones en los principios del reino de Dios. La dedicación de los hijos a Dios, como en el caso de Samuel, es un principio bíblico importante, pero también debemos reconocer que los hijos tienen libre albedrío. A pesar de la dedicación y enseñanza, al final cada persona es responsable de sus decisiones. Sin embargo, siempre podemos confiar en que Dios escuchará nuestras oraciones y puede obrar en la vida de quienes se desvían.

En la actualidad, esto puede reflejarse en ser honestos con nuestras promesas, ya sea en nuestras relaciones, en nuestra vida cristiana o en nuestro trabajo. Si dedicamos algo a Dios, debemos tratarlo con respeto y cumplir lo que hemos prometido.

Cumplir nuestras promesas a Dios: Ya sea un compromiso de dedicación, ofrenda o servicio, debemos ser fieles en lo que hemos prometido a Dios. Tal como se muestra en la dedicación de Samuel, es importante que los padres guíen a sus hijos en la fe cristiana. Aunque no podemos controlar las decisiones de nuestros hijos cuando sean adultos, debemos hacer nuestra parte en sembrar la semilla de la fe. Si fallamos en alguna de nuestras promesas o compromisos, podemos buscar la redención a través de la gracia de Dios, orar por restauración y seguir adelante confiando en Su misericordia. Todo lo que tenemos proviene de Dios, y debemos usar nuestros recursos, tiempo y habilidades con responsabilidad y dedicación a Él. La importancia de consagrar nuestras vidas a Dios con seriedad y responsabilidad. Aunque no podemos controlar el futuro o las decisiones de otros, como padres, debemos ser fieles a nuestras promesas y compromisos hacia Dios. Y si fallamos, siempre podemos recurrir a Su gracia, confiando en que Él puede redimir y restaurar lo que hemos consagrado.


Mateo 28

El capítulo 28 de Mateo relata la resurrección de Jesús, Su aparición a las mujeres y a Sus discípulos, y finalmente, la Gran Comisión, donde Jesús da instrucciones a Sus seguidores para ir y hacer discípulos de todas las naciones.

La resurrección de Jesús (Mateo 28:1-10):

La resurrección de Jesús al tercer día confirma Su victoria sobre el pecado y la muerte. La piedra que había sellado la tumba fue removida, y el ángel anunció a las mujeres que Jesús había resucitado, tal como lo había prometido. Jesús se aparece a las mujeres, quienes se llenan de alegría y reverencia. Este momento muestra la realidad tangible de la resurrección de Jesús y la importancia de las mujeres en el testimonio de este milagro.

La Gran Comisión (Mateo 28:16-20):

En Su aparición a los discípulos, Jesús les da una gran responsabilidad: hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que Él había mandado. Esta es la misión de la iglesia, que sigue viva hoy en día. Jesús promete estar con nosotros hasta el fin del mundo, dándonos autoridad y respaldo en esta misión.

Aplicación actual:
La resurrección de Jesús sigue siendo el centro de la fe cristiana y el motor para la misión. La Gran Comisión es la llamada a llevar el evangelio a todas las personas, sin importar su nacionalidad o cultura. Como creyentes, estamos llamados a cumplir esta misión, compartiendo el amor y las enseñanzas de Jesús, y confiando en Su presencia constante en nuestras vidas.


En resumen, al reflexionar sobre las tres preguntas clave de nuestra vida cristiana:

  1. ¿Quién es Jesús para nosotros? Es nuestro Salvador, Redentor y el Hijo de Dios, quien nos muestra el camino hacia la salvación y nos da la vida eterna a través de Su sacrificio.

  2. ¿Qué implica seguir a Jesús? Seguir a Jesús significa ser Sus discípulos, obedecer Sus mandamientos y vivir de acuerdo con Sus enseñanzas, llevando Su amor y luz al mundo.

  3. ¿Cómo podemos ser fieles en nuestra misión? Podemos ser fieles en nuestra misión al vivir con integridad, compartir el evangelio con los demás, y mantenernos firmes en nuestra fe, buscando siempre la dirección y la sabiduría de Dios.

Al responder estas preguntas, nos damos cuenta de que la vida cristiana es una vida de fe, obediencia y dedicación. Siguiendo a Jesús, encontramos propósito, dirección y una vida llena de esperanza y amor.


Oración Final:

Señor, gracias por Tu palabra, que es lámpara a nuestros pies y luz en nuestro camino. Gracias por el sacrificio de Jesús, Su resurrección y la esperanza de vida eterna que nos ofrece. Ayúdanos a vivir conforme a Tu voluntad, a ser obedientes a Tus mandamientos y a ser fieles en nuestra misión de hacer discípulos, compartiendo Tu amor con todos a nuestro alrededor.

Te pedimos que nos des sabiduría y valentía para seguirte en cada paso de nuestra vida, para ser luz en la oscuridad y esperanza en los momentos de dificultad. Que podamos vivir con integridad, dedicando todo lo que somos y tenemos a Ti, y que Tu gracia nos restaure cuando fallamos.

Gracias por Tu fidelidad y por caminar con nosotros todos los días. En el nombre de Jesús, Amén.


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