Hola a todos, qué gusto poder compartir este tiempo con ustedes para meditar juntos en la Palabra de Dios. Hoy, en nuestro plan de lectura de la Biblia en un año, vamos a sumergirnos en algo especial. Empezamos el libro de Éxodo y continuamos con el Evangelio de Mateo. Pero antes, tomemos un momento para agradecer a Dios.
Oración
Señor, gracias por la vida que nos das. Gracias por las enseñanzas que encontramos en el libro de Génesis, y ahora que comenzamos Éxodo, te pido que prepares nuestro corazón para recibir tus maravillas. Te entrego este tiempo, Señor, en tu nombre. Amén.
Hoy meditaremos en:
- Antiguo Testamento: Éxodo capítulos 1, 2 y 3.
- Nuevo Testamento: Mateo capítulo 14, versículos 1 al 21.
Dios nos habla: Reflexionando en Éxodo
Comencemos con Éxodo 1 al 3. Este pasaje nos muestra cómo, incluso en medio de la esclavitud, Dios sigue actuando. Veamos qué nos enseña sobre Su carácter.
Dios es soberano. Aunque los israelitas estaban oprimidos, Dios no olvidó su pacto con Abraham. Desde el nacimiento de Moisés, vemos cómo Su plan ya estaba en marcha. Esto nos recuerda que, incluso cuando no entendemos lo que pasa, Dios está obrando en nuestra vida. (Éxodo 2:24-25)
Dios es compasivo. Él ve nuestro sufrimiento, escucha nuestro clamor y actúa para salvarnos. Qué reconfortante es saber que no estamos solos en nuestras luchas. (Éxodo 3:7-8)
Dios es santo. La zarza ardiente nos muestra la reverencia que debemos tener en Su presencia. A veces olvidamos lo sagrado que es acercarnos a Él. (Éxodo 3:5)
Dios guía con paciencia. Moisés dudó, como nosotros también dudamos. Pero Dios le aseguró Su presencia: “Yo estaré contigo”. Qué maravilloso saber que no dependemos de nuestras fuerzas, sino de las Suyas. (Éxodo 3:12, 14-15)
Jesús nos inspira: Reflexionando en Mateo
Pasemos ahora a Mateo 14:1-21. Este capítulo nos muestra el poder, la compasión y la provisión de Jesús.
Dios tiene poder sobre lo imposible. ¿Recuerdan cómo Jesús alimentó a más de 5,000 personas con solo cinco panes y dos peces? Esto nos recuerda que no hay límites para Su poder. (Mateo 14:19-21)
Dios es misericordioso. A pesar de que Jesús estaba dolido por la muerte de Juan el Bautista, no dejó de sanar a los enfermos ni de alimentar a las multitudes. Su amor siempre está presente, incluso en momentos difíciles. (Mateo 14:14)
Dios siempre provee. Cuando confiamos en Él, multiplica lo poco que tenemos y lo transforma en abundancia.
¿Qué aprendemos sobre nosotros mismos?
Mientras meditamos en estos pasajes, también aprendemos sobre nuestras propias vidas:
- A veces, como Moisés, nos sentimos incapaces o llenos de dudas. Pero recordemos que Dios nos fortalece. Él no busca perfección, sino corazones dispuestos. (Éxodo 3:11-12)
- Dios puede usar lo poco que tenemos, como los panes y peces del niño. Si se lo entregamos, Él lo multiplica para bendecir a muchos.
- Necesitamos estar atentos a las señales de Dios. A veces estamos tan ocupados que no reconocemos cuando Él nos está guiando.
¿Y qué nos enseña sobre el mundo a nuestro alrededor?
El mundo está lleno de necesidades, pero también de oportunidades para reflejar a Dios en nuestra vida.
- El mundo puede ser cruel e injusto. En Éxodo, los israelitas sufrían bajo la esclavitud. Hoy, aunque no vivamos esa realidad, muchas personas están atadas a problemas como adicciones, deudas o dependencia emocional. ¿Cómo podemos ser una luz para ellos? (Éxodo 1:8-16)
- Hay personas valientes, como las parteras hebreas que desobedecieron al Faraón por temor a Dios. Esto nos inspira a ser valientes y a obedecer a Dios por encima de cualquier presión social. (Éxodo 1:17-21)
- Jesús nos muestra que nuestras acciones, aunque pequeñas, pueden tener un gran impacto. Alimentar a las multitudes empezó con un paso de obediencia y fe. (Mateo 14:19-21)
Conclusión: Confiemos en Dios
Dios nos llama a confiar en Él, incluso cuando nuestras circunstancias parecen imposibles. Como Moisés y los discípulos, experimentaremos Su poder y provisión al rendirnos a Su voluntad.
Oración final
Padre misericordioso, gracias porque nos muestras tu poder, tu compasión y tu provisión en cada rincón de tu Palabra. Perdóname por mis dudas y mi egoísmo. Hoy te entrego lo poco que tengo, como los panes y los peces, para que lo multipliques y lo uses para bendecir a otros. Enséñame a confiar plenamente en Ti y a ser una fuente de esperanza y amor en este mundo tan necesitado. En el nombre de Jesús, amén.
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