Devocional para el 23 de mayo – Lectura: 1 Crónicas 1–2 y Juan 7:32–53
Hoy vi un video que me confrontó profundamente: decía que los caballos no danzan por gusto, sino por miedo al castigo. Nunca lo había pensado de esa manera. Al investigar un poco, descubrí que, efectivamente, muchos de los movimientos que vemos en espectáculos ecuestres no son expresión natural del animal, sino el resultado de un entrenamiento que a veces incluye castigos con látigos, espuelas o presión constante. Aunque algunos entrenadores hoy usan recompensas, la realidad es que muchos animales todavía actúan impulsados por el temor.
Esta imagen me entristeció… porque me recordó que Dios nos puso como guardianes de la creación. Él le pidió a Adán que diera nombre a cada criatura, no para someterlas con crueldad, sino para reconocerlas, amarlas y cuidarlas. Pero a lo largo del tiempo, hemos distorsionado ese llamado: usamos a los animales para nuestro entretenimiento, conveniencia o lucro, sin considerar su dolor.
Antes de abrir la Biblia hoy, quiero orar por esto.
🙏 Oración antes de la lectura bíblica
Dios eterno y bondadoso,
Hoy vengo ante Ti con un corazón conmovido y arrepentido. Reconozco que, como humanidad, no hemos sido buenos guardianes de tu creación. Nos diste autoridad para cuidar, pero muchas veces hemos usado esa autoridad para explotar y herir.
Perdónanos, Señor, por tratar con crueldad a las criaturas que Tú formaste con tanto detalle. Perdónanos por cerrar los ojos al sufrimiento animal, por ignorar su necesidad de descanso, de dignidad, de vida.
Te ruego que pongas en nosotros un espíritu sensible, compasivo y justo. Enséñanos a cuidar, a respetar, a restaurar. Que cada decisión que tomemos refleje tu amor por todo lo que has hecho, y que podamos vivir como verdaderos mayordomos de la tierra, no como sus tiranos.
Prepara ahora nuestro corazón para escuchar tu Palabra. Que tu Espíritu nos hable, nos transforme y nos haga más parecidos a Ti.
En el nombre de tu Hijo amado, Jesucristo.
Amén.
📖 Lectura bíblica según el plan anual:
1 Crónicas 1
Un capítulo lleno de genealogías, desde Adán hasta los descendientes de Esaú. Pero cada nombre nos recuerda que Dios conoce a cada persona, y que nada es casual en su plan eterno.
Lecciones clave:
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Cada vida importa para Dios.
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Él está obrando generación tras generación.
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El legado espiritual que dejamos es importante.
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Dios es fiel a sus promesas.
1 Crónicas 2
La historia de la tribu de Judá, la línea por la que vendría el Mesías. Una genealogía llena de personas comunes, muchas con historias complejas, pero Dios usó familias imperfectas para llevar adelante su plan perfecto.
Lecciones clave:
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Dios elige a quienes quiere, no por méritos humanos.
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Tu historia familiar no limita el poder redentor de Dios.
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Siembra fe hoy, y las generaciones futuras cosecharán bendición.
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Cada nombre —también el tuyo— tiene lugar en la historia de Dios.
Juan 7:32–53
En esta escena vemos una gran división: algunos creen en Jesús, otros lo rechazan. Incluso los líderes religiosos mandan arrestarlo, pero los alguaciles regresan diciendo:
“¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”
Jesús se presenta como el único que puede saciar la sed del alma. Su palabra impacta, incomoda, divide. Pero también transforma.
Lecciones clave:
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Muchos oyen la verdad, pero no quieren creer.
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Solo Jesús puede saciar tu sed interior.
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Seguir a Jesús puede traer oposición.
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Dios puede usar incluso una voz temerosa (como la de Nicodemo) para hablar justicia.
🙏 Oración final
Señor Jesús,
Tú eres el agua viva que mi alma necesita. Perdóname si alguna vez te he escuchado sin obedecer, si te he buscado solo por religión y no con una sed verdadera.
Hoy vengo a Ti, sediento, deseando más de tu Espíritu. Que pueda vivir con integridad, amar tu creación como Tú la amas, y dejar un legado de oración, fe y compasión.
Hazme valiente para seguirte, aunque otros no lo hagan. Ayúdame a levantar la voz con amor, como Nicodemo, aun cuando sea difícil. Que mis palabras y mi vida reflejen que he estado contigo y que de mi interior fluyan ríos de agua viva.
En Cristo Jesús, amén.
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